lunes, 8 de diciembre de 2014

Alan Moore - V de Vendetta (1988)


Brindemos por todos nuestros terroristas, por todos nuestros bastardos, los más odiosos y los que no podemos perdonar. Bebamos a su salud y que no los veamos nunca más.”

Las has visto por todas partes. Desde fiestas de Halloween hasta en manifestaciones frente al congreso. Pero poca gente sabe realmente cual es el origen de la mascara, solo recuerda la película. O ya ni eso. Guy Fawkes, un católico que quería volar al parlamento inglés y que fue tan odiado que se quemaba su figura cada 5 de noviembre, se ha convertido en el símbolo de las nuevas juventudes anti-sistemas. Lo cuál es bastante irónico. Pero demonios, ¿por qué estoy hablando de mascaras? Porque todos los antisistemas vieron V de Vendetta y alucinaron en colores. Eso sí, muchos no han leído el comic de Alan Moore que es lo que nos ocupa.

¿Cómo sé que no han leído el comic? Sed sinceros ¿Creéis que Alan Moore, uno de los mayores haters del ser humano, iba a elaborar una obra en la que todos unidos vamos a cargarnos al sistema? ¿En serio? No. Para Alan Moore nosotros somos escoria, y sinceramente cada vez creo que tiene razón, y nunca escribiría ese final. Hay más matices en este V. De hecho, puedes verle como un héroe, pero también como un loco asesino, palabra de Alan Moore en una entrevista.

viernes, 19 de septiembre de 2014

James O'Barr - El Cuervo (1989)



Dios, maldito cabrón. ¿Cómo pudiste hacerle a ella algo así? ¿Cómo pudiste crear algo tan suave, inocente y hermoso para después destruirlo? ¿Cómo pudiste hacer algo así? ¿Cómo pudiste hacerla sufrir de ese modo? Cabronazo.

Todo aspirante a escritor sabe que sus historias nacen de lo más profundo de su alma, aunque él ignore lo que ocurra allí o sea demasiado consciente de ello. Algunas almas aspiran al amor, otras a alcanzar a comprender la espiritualidad y a Dan Brown a escribir otro best seller mientras se ríe de historiadores horrorizados. Muchas veces la vida de un escritor está reflejada en las páginas de papel que deja tras de sí. Su miedo,  su odio, cada alegría y éxito de su vida y por supuesto, y confeso como lector que es lo más atrayente y morboso, cada desgracia que le atormenta. Este comic trata sobre un hombre que conoció a la desgracia de primera mano.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Marvel Zombies (2005 – 2006)



“Me gusta el sabor de la carne. De verdad, me gusta. Si lograra hallar una cura a lo que sea que nos está pasando... Si las cosas volvieran a ser como eran antes... o algo parecido... Creo que seguiría comiendo gente. Y eso me aterra. De verdad.”

Me resulta imposible comenzar una crítica de esta obra, igual que de cualquier otra del noveno arte, sin antes recomendaros leer ese fastuoso blog que es Superman Lee a Poe por dos sencillos motivos: el primero, que molan mucho; y el segundo, que el señor Panmios es mi proveedor oficial de droga comiquera la mayoría de las veces. Y así ha resultado ser en este caso.

Llevaba tiempo queriendo hincarle el diente, y nunca mejor dicho, a este crossover de Marvel del que había oído hablar hasta la saciedad, y del que había recibido críticas muy dispares. Temí que la expectación me llevara a sentirme defraudado... algo que en cierto ligero punto sucedió, pero que en general no resultó ser así. Y ahora os contaré por qué.

La historia de esta serie limitada se remonta a finales de 2005, cuando Mark Millar y Greg Land escriben un arco de tres capítulos llamado “El cruce” para sus Ultimate Fantastic Four, que pretendía ser un esperado crossover que uniera por primera vez (a menos que me equivoque) el universo Ultimate de Marvel, y el universo de Marvel tradicional.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Neil Gaiman – El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre (2012)



 “—He comprado la leche —dijo mi padre—. […] Pero cuando he salido de la tienda, he oído un ruido extraño que venía de arriba. Era algo como: zumm-zumm. Al levantar la vista he visto un enorme disco plateado flotando sobre Marshall Road.
» “Caray”, me he dicho. “Esto no es algo que se vea todos los días.” Y entonces, ha sucedido algo muy extraño.”

Neil Gaiman es muy querido en este blog. Bueno, en este, y en cualquiera que se precie. Dejémoslo en que es un tipo muy querido, con una imaginación y una ternura desbordantes, y capaz de saltar de géneros, estilos y públicos como quien no quiere la cosa. Y que habiendo leído una amplísima muestra de su obra (salvo en lo que se refiere a cómic, que solo he leído su fabuloso The Sandman y su 1602), tan solo me ha decepcionado con algunos relatos cortos. Ya le daré otra oportunidad.

Mientras tanto, resultó que hace poco pasaba por aquí por España y yo, feliz y contento, fui a verle. Esperando la kilométrica cola, me compré dos cosas suyas pendientes tiempo ha: American Gods (que no critiqué en su día… pero para mí es su obra más perfecta, al nivel de The Sandman), y El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre (o, como se llamó en inglés, porque sé que hay muchos que no gustan de la traducción: Fortunately, the milk). Y aunque al final solo me firmó dos ejemplares, y decidí que fueran Stardust (que se lo regalé a mi hermana, muy fan también) y Buenos presagios (para que me lo firme Terry cuando sea yo otro autor de éxito del fantástico absurdo), pues aproveché la compra y di muy buena cuenta de este simpático relato infantil.

martes, 9 de septiembre de 2014

Azpiri – Lorna. Edición integral, libro 1 (2009)


 “¡Estos tíos me quieren violar y se me han olvidado las píldoras en la astronave!”

Recuerdo, siendo yo joven y despreocupado, leer a menudo dos cómics de firma española que más tarde descubrí eran leyendas del género (en aquel entonces, ignorante del mundo de las historietas, pensaba que eran mi secreto): uno de ellos, el Superlopez de Jan, os sonará a todos, o eso espero; el otro, era Mot, obra de unos tales Azpiri y Nacho (que colaboró también con otro grande, Ricardo, en mi querido Goomer).

Luego crecí, y me di cuenta de que Alfonso Azpiri era uno de los titanes del dibujo español. Aún más, la afición familiar por consolas retro hizo que mi padre me pegara la admiración por las ilustraciones que el dibujante español hacía para un sinfín de videojuegos (esa portada de Viaje al centro de la tierra de Topo, es así como la quintaesencia de las portadas de videojuegos), y que descubriera la que sería su gran creación: el personaje de Lorna, que protagonizaría una serie de cómics, un videojuego para Amiga (en 1990), y del que ahora están intentando hacer una película supervisada por el propio Azpiri. No solo, sino que hace poco pude conocer a este hombre, que además de tener talento es puro amor, y se reanimó mi pasión por sus obras.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Isaac Asimov – El fin de la eternidad (1955)


 “Al impedir los fracasos de la Realidad, la Eternidad también impide el logro de los triunfos. Sólo haciendo frente a las grandes pruebas puede la Humanidad elevarse a nuevas y mayores alturas. Del peligro y de la aventura han salido siempre las fuerzas que han llevado al Hombre a nuevas y más grandes conquistas.”

Resulta curioso: en mi última crítica arremetía contra una obra de un autor que siempre ha estado entre mis favoritos del género; hoy, toca hacer lo contrario, y elogiar la obra de un autor que, aunque me gusta, siempre he creído que está pelín sobrevalorado en lo que viene siendo la ciencia ficción (no porque sea malo, que no lo es en absoluto, es un maestro indiscutible… sino porque muchos no son capaces de ver más allá de Asimov).

La premisa de El fin de la eternidad trata con un tema clásico con el que me he topado muchísimo en los últimos tiempos: los viajes en el tiempo. La premisa que se plantea es simple: una vez descubiertos los campos temporales en el siglo 24, la humanidad puede lanzarse en el 27 al desarrollo de un cocepto/lugar/sistema/entidad indefinidad a la que se conoce como “Eternidad”: virtualmente infinita hacia adelante y hacia atrás, y que permite viajar y modificar cualquier hecho en toda la Historia, conocida o por conocer.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Arthur C. Clarke – La ciudad y las estrellas (1956)



 “Ahora, en cambio, la Tierra me parece demasiado pequeña y sin importancia. Cada descubrimiento me ha planteado incógnitas aún mayores, y me ha abierto horizontes más amplios. Me pregunto dónde terminará esto.”

A menudo he afirmado que Clarke me parece el maestro indiscutible del género de la ciencia ficción, algo más (aunque, seamos sinceros, tampoco mucho) que Asimov, y el que mejor define y expone lo que supone esta literatura. Es un autor capaz de desarollar una prosa asequible y cercana al lector, que trate temas filosóficos y científicos de una profundidad encomiable, y que además sea capaz de mostrar y explicar de forma coherente los posibles avances futuros de la humanidad.

A veces, sin embargo, no consigue todo eso, y entonces estamos ante obras suyas que, sin ser malas, sí podemos tildar de flojas. Es lo que muchos dicen de, por ejemplo, Cánticos de la lejana tierra (que casualmente es mi favorita suya); y es algo que muy pocos dicen de La ciudad y las estrellas, en general considerada uno de sus clásicos… pero que yo digo, sin dudarlo demasiado.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Mark Millar y John Romita Jr. – Lobezno: enemigo del estado (2004 – 2005)



 “—Le ha matado, coronel Furia. Lobezno acaba de matar a Spiderman. Hemos sacado su cadáver de entre los escombros hace veinte minutos.
—¿Qué?”

Esa cita para abrir la crítica no es un spoiler. No del todo, al menos. Cuando lo leáis entenderéis por qué. No me asesinéis todavía.

Últimamente me ha dado bastante por la lectura de cómics, especialmente de la escuela norteamericana. La franco-belga y la japonesa (especialmente esta última) siempre las he tenido más trabajadas, pero Marvel, DC y compañía estaban un poco alejados de mis estantes. Ahora, no sé si a raíz del cine de superhéroes, de mi renovada pasión por personajes que de joven adoraba, o debido a la influencia de mi amigo Panmios de Superman lee a Poe, que es mi biblioteca y consejero superheroico particular, pues el caso es que cada día me meto más en faena.

Este número que os traigo hoy, sin embargo, no fue algo que me recomendara él, y ambos coincidimos en que es un cómic decente, pero no de lo mejor de Millar. Lobezno: enemigo del estado plantea una historia que, per se, me encandiló: el mutante al que todos queremos más es asesinado por una coalición de supervillanos (Gorgón, La Mano e Hydra), que lo resucitan con un lavado de cerebro y lo envían contra sus antiguos aliados. Comienza así un juego letal donde el antiguo héroe es una máquina de matar dispuesta a acabar con Los Cuatro Fantásticos, Daredevil, El Capitán América, los X-Men (bueno, la Patrulla-X en los cómics), Elektra o quien se le ponga por delante.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Magnus Dagon – El espejo de Ares I: Decadencia (2014)



 “Esta es la historia de once monstruos que creyeron ser dioses”

Magnus Dagon es un buen amigo de esta casa. Es un hecho reconocido. Es por ello que, a la hora de hacerle críticas, tiendo a ser más benévolo, a pesar de esforzarme por sacarle tantos fallos como sea posible (soy así de cabrón). Pero cuando resulta difícil sacarle fallos, pues es que no hay más: se dice lo buena que es la obra y punto.

Es un poco lo que me pasa aquí con su última novela, que publicó este año, y que tuve el honor de presentar como su maestro de ceremonias hace unos meses. Una novela que no es sino la primera parte de una obra mayor, y a la cual la mayor pega que se le puede poner es que no haya salido todavía.

La trama de la novela nos sitúa ante un futuro “no muy distinto de nuestro presente”, en palabras del autor, y tampoco demasiado alejado (aunque la deriva temporal de la trama sí que es bastante amplia) en el tiempo. En ese mundo, el llamado Consejo de Gobiernos, formado por once de lo que llamaríamos tecnócratas (concretamente aquí científicos muy especializados), gobierna la ciudad de Nergalia, y buena parte del mundo, en una suerte de oligarquía aristocrática en la que nadie, a priori, se les puede oponer.

martes, 29 de julio de 2014

Truman Capote - A Sangre Fría (1966)


¿Por qué esa irrazonable ira cuando ves a otros contentos, felices y satisfechos?”

Les presento a una de las mejores obras literarias del periodismo, al nivel de maestros como Ernest Hemingway o Hunter S. Thompson. Esta obra de Truman Capote marca un antes y un después en este innoble arte que es el periodismo. Nadie llegó tan lejos en este genero, ni siquiera Thompson, que se bebió el agua de los floreros y se tragó cada pastilla conocida para acabar con la fantasía en la que se había convertido el sueño americano. No solo fueron seis largos años en el asfixiante calor de Kansas ni las incontables notas y entrevistas sobre el asesinato de cuatro inocentes sino entrar en la mente del asesino hasta el punto de comprender todas las acciones de su vida. Eso fue lo que le otorgó la fama que ansiaba y a la vez la destrucción. No volvió a publicar otra novela en su vida, ya que la creatividad literaria y la gloria requieren sacrificios que provienen del fondo del alma.

Y pensar que en principio era un simple reportaje sobre el crimen de una familia de granjeros que le había llamado la atención en el periódico, pero el olfato de este viejo sabueso olió que entre la sangre y los cadáveres se escondía esa escalera al cielo que había buscado durante tanto tiempo. Nunca había podido desayunar con diamantes, a pesar de una trayectoria exitosa, pero A Sangre Fría  conllevó la admiración de la crítica y el público, además de la envidia de sus colegas y rivales, entre ellos Norman Mailer que izó la bandera blanca en su crítica a la novela: «Es el escritor más perfecto de nuestra generación. No cambiaría ni una línea de sus libros». Era lo que buscaba, olvídense de buenos ideales periodísticos sobre que la sociedad supiese la verdad. Solo quería lo que quieren los genios como él. Fama, tener a los lectores de rodillas ante su obra y de sumergirnos, como nunca antes y después lo han hecho, en el crimen. 
 

jueves, 5 de junio de 2014

Antony Beevor - Un escritor en guerra. Vasili Grossman en el Ejército Rojo (2006)



Pregunte de nuevo al autor si era posible resucitar al protagonista principal, con el que el lector se había encariñado tanto. Vasili me respondió: Tenemos que respetar la verdad despiadada de la guerra.


"I'm coming back, I will return. I'll possess your body and I'll make you burn."

Tras esta cita tan simpática, me complace anunciar  mi regreso al ruedo de la crítica literaria, que ya iba siendo hora. Vuelvo con las memorias de Vasili Grossman, escritor soviético, de origen ucraniano y judío. Grossman es uno de los mayores escritores rusos del siglo XX, con obras inmortales como Vida y Destino o Todo Fluye. No muy querido por Stalin, que llegó a vetarle para premios, murió deprimido pensando que su obra maestra, Vida y Destino que fue una terrible crítica al Estalinismo, nunca sería publicada.

Estas memorias se centran en la participación de Grossman en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal. Incluso tuvo un papel como novelista, con la publicación de El Pueblo Inmortal, ensalzando la valía de los soldados contra las fuerzas del Eje. El autor de estas memorias es el historiador Antony Beevor, conocido por la publicación de ensayos sobre la Segunda Guerra Mundial, especialmente sobre el frente oriental. Es un autor controvertido, siendo criticado por dar cifras de víctimas por parte del Ejército Rojo, como ilustra en numerosas obras, incluyendo este libro.

lunes, 2 de junio de 2014

Erich M. Remarque – Sin novedad en el frente (1929)



 “Ya no somos jóvenes. Ya no queremos conquistar el mundo. Somos fugitivos. Huimos de nosotros mismos. De nuestra vida. Teníamos dieciocho años y empezábamos a amar el mundo y la existencia; tuvimos que disparar contra eso. La primera granada que explosionó, lo hizo en nuestro corazón. Estamos al margen de la actividad, del esfuerzo, del progreso. Ya no creemos en nada de eso; creemos en la guerra.”

Habitualmente son las experiencias vitales las que dan un mejor sustento para la literatura. Es una norma bastante universal (incluso la fantasía o la ciencia ficción tienen un importantísimo sustrato en las vivencias del autor), que se refleja aún más si cabe en novelas de corte social o de denuncia. Y es eso, justamente, lo que ocurre con Sin novedad en el frente.

Publicada en 1929, la novela se convirtió en un éxito inmediato adaptado al cine por el dos veces oscarizado Lewis Milestone, a pesar de que poco después de su publicación fuera prohibida en Alemania por el incipiente régimen nazi. Algo perfectamente comprensible esto: Remarque tenía tan solo 16 años cuando estalló la Gran Guerra, y al igual que le protagonista de su obra, escrita en primera persona, se vio arrastrado a esta, arrancado de su infancia y obligado a enfrentarse al horror siendo casi un niño.

sábado, 31 de mayo de 2014

Ken Follett – La caída de los gigantes (2010)



 “La guerra es la guerra. No existe una forma segura de hacerla.”

No me gusta Ken Follett. Es un hecho reconocido. Fui incapaz de pasar de las veinte páginas de Los pilares de la Tierra cuando me lo regalaron (aunque la miniserie la aguanté más). Sus historias me atraen y me resultan interesantes, pero no puedo con su modo de narrar. Es exactamente lo mismo que me ocurre con Galdós, a menudo, o con Martin. Sin embargo, esta vez me ha convencido.

Si existe hoy en día un nombre asociado de manera indisoluble a la novela histórica, ese es sin duda el de Ken Follett. Tras una dilatada carrera que comenzó en los años ’70, la mayor fama le llegó con la publicación de la ficción medieval Los pilares de la tierra en 1989, a la que se unió 18 años más tarde una segunda parte, Un mundo sin fin, que le convirtió en un best-seller sin parangón.

jueves, 29 de mayo de 2014

Marjane Satrapi – Persépolis (2000-2003)



 “A los seis años ya estaba segura de ser la última profeta. Esto era unos años antes de la revolución.”
Había oído hablar a menudo de este cómic, aunque a decir verdad, en ningún momento llegué a saber de qué iba, o qué esperarme de ello. Solo que era, decían, algo de lectura obligada... Por lo que lo vi, y decidí enfrentarme a él sin ideas preconcebidas.

No sé qué era exactamente lo que me encontraría ya que, repito, ni sabía de qué iba ni he visto la película que basaron en él ni nada... Así que cuando me topé con un testimonio de primera mano de la Revolución iraní desde el punto de vista de una mujer que la vivió con diez años, no pude menos que estar sorprendido.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Boris Vian – Escupiré sobre vuestra tumba (1973)



 “Los del pueblo le colgaron igual, porque era un negro. Su pantalón seguía formando en la entrepierna un bulto irrisorio”

A pesar de estar, como decía en mi última crítica, enfrascado en una temporada de lectura distópica, el otro día cayó este libro en mis manos y, dado que era bastante breve, no pude sino echarle un vistazo. El título, he de reonocerlo, me encandiló bastante. Y ver que fue una obra prohibida en algunos lugares por “violenta, pornográfica y descarnada” me hizo pensar que me gustaría.

Y... la verdad es que no. No me ha gustado Boris Vian. Desde el prefacio, donde él mismo explica en tercera persona (publicó la novela con pseudónimo en su día) la forma en que fue escrita, y los problemas a los que tuvo que enfrentarse, me pareció un tipo un tanto prepotente y pagado de sí mismo, algo que el estilo a la hora de narrar no hizo sino confirmárseme.

domingo, 9 de marzo de 2014

Paolo Bacigalupi – La chica mecánica (2009)



 “Así funciona nuestro mundo. Ojo por ojo hasta que hayamos muerto todos y los cheshires calmen la sed en charcos formados con nuestra sangre”

Tras un coqueteo con diversos autores y géneros, y un largo romance con Neil Gaiman, he decidido volver durante una temporada a mis raíces literarias como fanático de la ciencia ficción, teniendo solo ligeros escarceos con otras obras. Y no hablo de una ciencia ficción cualquiera, no: he vuelto a meterme de lleno en la distopía cyberpunk.

La primera afortunada en esta temporada ha sido una novela bastante reciente, algo cuando menos curioso, dado que el auge indiscutible del género estuvo entre los años 80 y, si acaso, 90. Ya me están esperando a mi vera el Neuromante de Gibson y Snow crash, de Stephenson, pero mientras tanto, el italiano Bacigalupi y su ópera prima han tenido una primera oportunidad.

domingo, 23 de febrero de 2014

Kurt Vonnegut – Matadero cinco [La cruzada de los niños] (1969)



 “–Tenía que hacerse –le dijo Rumfoord a Billy refiriéndose a la destrucción de Dresde.
–Lo sé –dijo Billy.
–Es la guerra.
–Lo sé. No me quejo.
–Aquello debió de ser el infierno en la tierra.
–Lo fue.
–Compadezco a los hombres que tuvieron que hacerlo.
–Yo también.”.

Llevaba tiempo, demasiado tiempo, postergando la lectura de esta novela que un buen amigo me recomendó (junto con el Trampa 22 de Heller, que aún sigo buscando). Sin embargo, un día me topé con ella en la biblioteca y me dije “bueno, démosle la oportunidad”.

La lectura, claro, era obligada. Vonnegut se convirtió en todo un icono de la literatura norteamericana cuando publicó, a finales de los años 60, una novela a caballo entre la ciencia ficción y la comedia negra, basada en el histórico bombardeo de Dresde que presenció siendo prisionero en la Segunda Guerra Mundial. ¿La clave del éxito? Una originalidad que aún hoy dudo que alguien haya intentado imitar con acierto, y un trasfondo duro y esperanzador en una novela tan cruda como la misma guerra.

jueves, 20 de febrero de 2014

Dan Brown - Inferno (2013)








Tengo que superarme. No puedo dejar de ser un superventas. Tengo que renovarme… Ya lo tengo. Es perfecto. Dante y Malthus, juntos en una novela. No puede salir mal. Dan Brown escribiendo una parodia de sus obras anteriores.


La verdad quería volver del destierro con una crítica de un gran libro, o por lo menos de algo digno de llamarse literatura. Tenía que ser grande, lo mejor de lo mejor. Y me vino a la mente. El rey Midas de la literatura contemporánea. Un hombre capaz de convertir la mediocridad en oro. Dan Brown y su personaje fetiche, Robert Langdon, un profesor de Harvard sabiondo que desvela todo con una media sonrisa mientras mira la hora en un reloj de Mickey Mouse y con una gran facilidad de codearse con jovencitas sexys. "Atractico erudito" como define a su alter ego Dan Brown. Que humildad, rediós.

Tras ser el superventas de los superventas con Ángeles y Demonios y el Código Da Vinci, Dan Brown recibió un golpe en los morros con El símbolo perdido, tan insustancial  como sus predecesoras pero sin el suspense y la facilidad de lectura propia de él. El rey Midas decidió volver a lo de siempre, dejarse de intentar explicar a los masones y volver a fingir que sabe de arte y a las oraciones simples de sujeto, verbo y predicado.

viernes, 14 de febrero de 2014

Kenneth Cook – El koala asesino (1986)



 “La mayor fuente de problemas de mi vida es que no paro de encontrarme con gente amigable en los bares. No solo estimulan mi tendencia natural al alcoholismo, sino que me meten en toda clase de líos en los que preferiría no meterme. La gente amigable me ha acosado en los bares desde que empecé a frecuentarlos, es decir, hace muchísimo tiempo”.

Hasta hace dos días (literalmente: hasta el miércoles por la mañana) no había oído hablar de Kenneth Cook en mi vida. Pero en una pausa que hice en la lectura de Matadero cinco de Vonnegut, me puse a vagabundear por la biblioteca de la universidad en busca de mi próxima presa. Literaria, no penséis mal. Algo de sci-fi ligera (salí de allí con La chica mecánica de Bacigalupi, que fue una grata sorpresa encontrar, la verdad), o fantástico, o una nivola apetecible... Y de pronto vi esto.

Me asaltó a los ojos el título, claro. El koala asesino. “¡¿Qué demonios?!”, pensé (imagino que como todos). Luego leí que se trataba de una colección de “relatos humorísticos de la Australia profunda”. Sonaba cada vez mejor. Y finalmente descubrí que el señor Cook no solo es periodista y escritor como yo, sino que también fue guionista y presentador de televisión, que como lepidóptero aficionado creo la primera granja de mariposas australiana y que cofundó un partido político que se opuso a la guerra de Vietnam. Lo peculiar de este caballero me convenció de que merecía la pena darle una oportunidad.

martes, 11 de febrero de 2014

Arthur C. Clarke – El martillo de Dios (1993)



 “Pero no se encontraron jamás, pues aquella realidad estaba a treinta años y quinientos millones de kilómetros de distancia.”

Buceando el otro día en la biblioteca entre cómics de Gaiman, quise darle a mi cuerpo una dosis de ciencia ficción de la clásica, que hace tiempo necesitaba. Y como, por algún extraño motivo, jamás encuentro en las bibliotecas por las que paso ni a Simak, ni a Dick, ni a Stapledon (al menos, no las obras que busco), cuando vi por ahí El martillo de Dios ni me lo pensé dos veces.

Bueno, miento, porque sí lo hice. Siempre he dicho que Arthur C. Clarke es uno de mis autores favoritos de la historia, pero últimamente necesitaba una sci-fi más ligera que la hard fiction a la que acostumbra el británico. El martillo de Dios parecía ser algo menos denso y científico que sus obras clásicas (cosa que luego demostró no ser del todo cierto), así que decidí darle una oportunidad; total, nunca antes me había defraudado.

martes, 4 de febrero de 2014

Neil Gaiman, Andy Kubert y Richard Isanove – 1602 (2003)



 “Si un diablo es alguien osado, mientras otros dudan, me alegrará ser el diablo de esta obra, chico. ¿Y quién serás tú?”

He de reconocer que, desde el primer instante en que lo cogí, este cómic se enfrentaba a un duro reto: devolverme la fe en la infalibilidad de Gaiman. Tras esa maravilla que es The Sandman leí un relato de Neil que me pareció bastante mediocre (tirando a malo), y aunque obviamente un relato no es suficiente para tirar por tierra mi amor por el escritor... bueno, obviamente influye. Es como ver La guerra de los mundos justo después de haber visto Salvar al soldado Ryan... ¿A qué fan de Spielberg no le resultaría decepcionante?

Como fuera, para quitarme el mal sabor de boca que me dejó El caso de los 24 mirlos, me topé ese mismo día en la biblioteca con 1602, un cómic que nace después de años de alejamiento y discusión entre Gaiman y la factoría Marvel (a raíz de diferencias de opinión con La Casa de las Ideas respecto del personaje “Marvelman”, una bronca en la que también estuvo de por medio Alan Moore), cuando Joe Quesada consigue, a principios de siglo, convencer al autor británico de que guionice una serie completamente nueva para ellos.

sábado, 1 de febrero de 2014

Neil Gaiman – The Sandman (1987 – 1996)



 “Hasta la libertad del Sueño puede ser una jaula, hermana.”

Esta es, probablemente, la crítica más complicada a la que me he enfrentado en toda mi “carrera” como crítico. Que si bien no ha durado mucho en el tiempo (algo menos de cuatro años y medio), ha dejado a mi espalda más de 200 reseñas. Con lo que os haréis una idea de lo complicada que me resulta esta... y de lo mucho que deseo que nuestros amigos de Superman lee a Poe hagan pronto justicia a una obra a la que yo dudo que pueda hacerla.

Y es que no resulta sencillo hablar de The Sandman, y dar una visión general de lo que supone este cómic sin incurrir en multitud de spoilers y sin chafar las sorpresas de la saga. Porque esa es, desde el primer instante, una de las bazas que mejor juega Gaiman: la de la intriga. La obra es de un calado enorme, que se fue extendiendo durante 75 números a lo largo de casi 10 años, lo que permitió que alcanzara una gran complejidad muy difícil de abarcar.

miércoles, 29 de enero de 2014

Haruki Murakami – Tokio Blues. Norwegian Wood (1987)



 “Estoy acabada. Lo que tienes frente a ti no es más que una pálida sombra de lo que fui. Mi interioridad murió hace mucho tiempo, y ahora me limito a actuar mecánicamente.”

Llevo bastante ausente del blog una temporada. Sin embargo, no he dejado de leer: prueba de ello es el hecho de que, desde que empecé en esto, siempre criticaba un libro en cuanto terminaba de leerlo (salvo excepciones... quedaron por ahí en el tintero obras como la Civil War de Marvel, o El color prohibido de Mishima); mi última crítica se remonta al Interworld de Gaiman, autor del que he leído siete obras (y con dos más estoy ahora... algún día las sacaré todas, poco a poco) después de hacer aquella reseña.

O sea, he leído, pero no criticado. Por problemas y reticencias que no vienen al caso a la hora de darle a la tecla. Necesitaba algo que me hiciera volver con fuerza. Motivado. Por un momento, pensé que ese algo sería Sandman, pero es una obra tan magna que prefiero coger ganas para hacerle justicia. Así, finalmente, emisaria de mi regreso ha sido esa obra que dio a Murakami fama en buena parte del mundo: Tokio Blues (Norwegian Wood).