“–Tenía que hacerse –le dijo Rumfoord a Billy
refiriéndose a la destrucción de Dresde.
–Lo
sé –dijo Billy.
–Es
la guerra.
–Lo
sé. No me quejo.
–Aquello
debió de ser el infierno en la tierra.
–Lo
fue.
–Compadezco
a los hombres que tuvieron que hacerlo.
–Yo
también.”.
Llevaba tiempo, demasiado tiempo,
postergando la lectura de esta novela que un buen amigo me recomendó (junto con
el Trampa 22 de Heller, que aún sigo
buscando). Sin embargo, un día me topé con ella en la biblioteca y me dije “bueno,
démosle la oportunidad”.
La lectura, claro, era obligada.
Vonnegut se convirtió en todo un icono de la literatura norteamericana cuando publicó,
a finales de los años 60, una novela a caballo entre la ciencia ficción y la
comedia negra, basada en el histórico bombardeo de Dresde que presenció siendo
prisionero en la Segunda Guerra Mundial. ¿La clave del éxito? Una originalidad
que aún hoy dudo que alguien haya intentado imitar con acierto, y un trasfondo
duro y esperanzador en una novela tan cruda como la misma guerra.