Hay
días en los que uno se levanta uno transparente. Y entonces conviene
aprovecharlos para escribir. Si no hay transparencia no hay
escritura. Puede haber un trabajo de amanuense, pero nada más. [...]
Escribo por el placer de desaparecer. Es mi forma de transparencia.
Por si alguno lee la crítica
fuera del contexto de este diciembre de 2016 se lo recuerdo. El mismo
día en el que escribo este párrafo ha muerto Debbie Reynolds,
actriz de Cantando bajo la Lluvia. Un día antes murió su
hija, Carrie Fisher, la famosa princesa Leia. Hace unos días George
Michael. Hace unos meses Leonard Cohen. Al principio de año David
Bowie. Antes de empezar el año Lemmy Kilmister.
La muerte de un icono
siempre conmociona a la opinión pública y a las redes sociales. Da
igual que no hayas oído su música, visto sus películas o no sepas
quién es. El duelo público siempre está allí. Por supuesto es algo
que tampoco nos atañe especialmente y se tiende a la frivolidad,
porque hay que ser muy fanático y realmente tener una conexión
importante para que realmente te afecté de verdad la muerte de un
famoso al que no has conocido nunca. Normalmente es una forma de
participar en el ritual y recordarnos levemente que cuando menos lo
esperemos, desapareceremos en la oscuridad.
Francisco Umbral se encontró
así tras ver como su hijo se consumía a los seis años debido a la
leucemia. El dandi canalla que escandalizaba a gritos tertulias para
que hablasen de su libro se encontró con la muerte y ante ella no
queda orgullo del yo. Podías ser un palurdo o un intelectual, un
valiente o un cobarde, un buen hombre o un desalmado, podías ser
Umbral o alguien más; pero la muerte siempre iguala y toda vida para
ella vale lo mismo.
A Umbral le quedaron solo
palabras que escribir y una gran sinceridad ante si mismo. Así que
se sentó, empezó a divagar sobre su dolor y como dudaba ahora de la
vida. Eso es Mortal y Rosa, una serie de lamentos y
afirmaciones de diversa índole nacidos de la pena. Umbral no va
directo al grano sino que va dando lentamente rodeos en la órbita
del fallecimiento prematuro de un niño carne de su carne y con el
que no puede evitar identificarse.
Nunca me ha atraído
especialmente Umbral y solo la casualidad más estricta me hizo
abrir las páginas de Mortal y Rosa. Es quizá el Umbral menos
Umbral, no la pose que siempre cultivó, sino un simple hombre
herido con un gran estilo. La mordacidad del columnista nacida de la
arrogancia desaparece, y si con alguien es mordaz es a la vida que le
ha arrebatado a su hijo. Y consigo mismo, porque la muerte tiene esa
capacidad que dejarnos solo, frente a como de verdad somos nosotros,
piel y hueso, calaveras con máscaras de piel como dice Umbral.
La obra es densa y no tiene
una estructura ordenada, sino una serie de capítulos de distinta
longitud – alguno no llegan a la página – y de diferente temática.
Se acerca en círculos al dolor, primero mandando literalmente a la
mierda a Freud porque ya no le interesan sus sueños, para luego hablar del mar, la juventud y el reconocimiento a su trabajo como escritor.
El estilo es lírico,
siempre espléndido por parte de Francisco Umbral. Pocas veces el
castellano ha sido tan exprimido por parte de un autor para sacar una
obra tan trascendente como bella. Los recursos y las metáforas
de Umbral son de gran nivel. Es el reverso de la prosa poética de
Juan Ramón Jiménez y su Platero. Es el lado oscuro de la belleza,
el lado oscuro de la infancia, el lado oscuro de la vida.
Unos minutos de viaje y
huida, eso dice Umbral en su último párrafo. Puede que eso sea lo
que ahora mismo respiramos y sentimos. Ni siquiera parece haber un
destino fijo por mucho que los libros de autoayuda nos digan como ser
felices, o la propaganda nos dice que debemos consumir. Ni siquiera
son totalmente fiables nuestros instintos más puros como el amor
para elegir una meta a la que dirigirse, o la ambición de ser
alguien útil para la sociedad. Hasta eso es inútil cuando llega la
muerte.
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¿Tengo
que leer esto?: Sí, sin duda.
Si
tuviera que quedarme con un momento, ¿cuál sería?:
Sinceramente, esta obra de tal densidad y complejidad hay que leerla
entera,
¿Dónde
debería leerlo?: En el cementerio
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?:
Posiblemente Umbral pocas veces escribió de esta manera. El
estilo me ha recordado en algunas ocasiones a Juan Ramón Jimenez.
Voy a recomendar una obra que de estilo y genero totalmente opuesto,
pero igualmente desgarrador frente a la pérdida: El cuervo de James
O'Barr.
Última posdata
Me
afeito la barba por ver si rejuvenezco un poco, pero a los cadáveres
no conviene afeitarlos porque es peor.
Hay más obras de Umbral en esta línea del diario íntimo; por citar las tres más conocidas: "Diario de un escritor burgués", "Carta a mi mujer" o "Un ser lejanías"
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